CULTURA

Día del Campesino: memoria histórica y rural de Curacaví

Cada 28 de julio se conmemora en Chile el Día del Campesino, fecha que recuerda la promulgación de la Ley de Reforma Agraria en 1967, durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva. En una comuna como Curacaví, profundamente rural, este día tiene un significado que va más allá de la efeméride: es parte de una memoria colectiva.

Según el profesor Víctor Hugo Gálvez Valladares, historiador y docente de la UMCE, con magíster en Historia por la Universidad de Chile, la Reforma Agraria en Curacaví fue parte activa de un proceso que transformó las relaciones sociales y productivas en el campo chileno.

“Curacaví fue una de las comunas donde se puso ojo al proceso de Reforma Agraria, a nivel local y nacional, por ser sumamente rural y estar en el llamado Valle del Puangue”, explicó a El Diario de Curacaví.

La ley 16.640 puso fin a un sistema de haciendas que operaba bajo una lógica de servidumbre. “Una semiesclavitud en la que el campesino —ya sean inquilinos o peones— estaban atados a la tierra de grandes propietarios sin poder sindicalizarse o hacer política, porque eran desalojados con su familia”, relató Gálvez.

“No tenían lo básico para vivir (vivían en casas de adobe y paja, estaban hacinados y trabajaban de sol a sol), pero no eran mansos y tranquilos, sino explotados, por lo que fue una especie de liberación para miles de familias”, añadió.

En el Día del Campesino: cómo pasarón de casas de adobe a asentamientos

Entre los cambios concretos que vivieron los campesinos de Curacaví, el historiador destaca la mejora en la vivienda, la organización sindical y la capacitación técnica.

“De vivir en casas de adobe y sin alcantarillado, pudieron acceder a casas de madera más dignas. Formaron sindicatos que defendieran sus derechos laborales y aprendieron a producir la tierra de forma colectiva, en lo que se llamaba asentamiento”, señaló.

Los asentamientos eran espacios donde el Estado, a través de instituciones como ICIRA y DUOC, ofrecía herramientas para alfabetizar y capacitar a los trabajadores rurales.

“Se les enseñaba a escribir, a administrar una propiedad agrícola y a capacitarse… muchos aprendieron a leer junto con sus hijos e hijas”, afirmó.

Una memoria diversa

Como todo proceso de cambio profundo, la Reforma Agraria dejó memorias diversas, según desde dónde se mire.

“Para algunos, fue un caos (antiguos propietarios o terratenientes), pero para los campesinos fue un momento en el que se dignificaron y produjeron realmente la tierra con cosechas y entregaron herramientas a campesinos analfabetos”, comentó Gálvez.

Esa memoria, sin embargo, no quedó registrada mayormente en libros o archivos, sino que se transmitió por vía oral, de generación en generación.

“Muchos piensan que los relatos se transmiten de forma escrita y visual, pero principalmente de forma oral. Los hijos y nietos, por sus abuelos y abuelas, recuerdan este momento con mucho orgullo”, dijo el profesor, al mentó que citó la historiadora Joana Salém Vasconcelos: “El lápiz fue más pesado que la azada”.

En el Día del Campesino: logros, limitaciones y legado

El proceso trajo consigo avances importantes en derechos laborales: la jornada de 8 horas, el salario en dinero y el acceso a la tierra en asentamientos como Unión Chilena y Batalla de San Juan.

“Se logró tener un hogar digno, con fosas sépticas, equipamiento y financiamiento para poder producir”, explicó Gálvez.

No todo fue éxito. También hubo conflictos internos, desorganización en algunos casos y pugnas políticas entre partidos de centro e izquierda.

“Hubo desunión y conflictos sindicales. Algunos asentamientos no fueron muy productivos, pero otros no se constituyeron a tiempo, como uno de los últimos de la Hacienda Curacaví”, señaló.

“Hubo disputas entre partidos de centro, como la Democracia Cristiana, y partidos de izquierda como el Comunista y Socialista”, agregó.

La huella en el campo de hoy

A pesar del paso del tiempo y los cambios del país, el proceso de Reforma Agraria dejó una huella que todavía se siente en el campo de Curacaví.

“Muchos son descendientes de esos propietarios, que lograron tener su parcela en 1975 con muchas limitantes… La educación rural, los temporeros y los tipos de cultivo y distribución de las propiedades rurales de Curacaví son herencia de ese proceso”, concluyó el profesor Gálvez.

Este 28 de julio, mientras se recuerda oficialmente el Día del Campesino, en los campos de Curacaví aún resuenan las voces de quienes vivieron ese cambio. Voces que no se leen en documentos, pero que se siguen contando al calor del fogón, bajo el mismo cielo del valle donde un día, el campo despertó.

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