LE PASO AL AMIGO DE UN VECINO

Le pasó a la amiga de una vecina: Ruidos que no dejaban huellas

Me lo contó una vecina de toda la vida. Una mujer seria, de esas que no inventan cosas porque sí. Según ella, esto ocurrió hace más de cuarenta años, en una de las casas antiguas de la calle Dos Norte, cuando Curacaví todavía tenía más tierra que cemento y las noches eran realmente oscuras.

Allí vivía una familia grande: Marido, hijos, y una esposa que tejía sentada en el corredor. Todo parecía normal… hasta que llegó el invierno.

La primera vez que ocurrió fue una madrugada helada de julio. La madre despertó sobresaltada: algo golpeaba el techo con fuerza, como si lanzaran piedras desde muy cerca. Pensó en ramas, tal vez un animal. Pero los golpes no paraban. Eran secos, repetitivos, como si alguien caminara sobre las planchas con rabia contenida.
Esa noche no pudieron dormir. Ni esa, ni muchas otras que vinieron después.

Lo más extraño era que, al salir por la mañana, no había ni una piedra en el patio. El techo estaba impecable. Nada roto, nada fuera de lugar. Como si el ruido hubiese sido un mal sueño… aunque todos en la casa lo habían vivido.

A veces los ruidos duraban minutos. Otras veces, horas. Y en ciertas noches, venían acompañados de pasos lentos en el pasillo o susurros apagados detrás de las cortinas.

La mujer decía que estaban “penando”. El padre, un hombre callado, intentó explicarlo con lógica… hasta que una noche salió al patio con linterna y un palo en mano.

Volvió pálido, sin decir palabra. Desde entonces nunca más volvió a salir de noche.
Poco a poco, la familia dejó de hablar del tema. Los niños ya no jugaban afuera. Las luces se apagaban temprano. Y el ambiente dentro de la casa se volvió denso, como si algo invisible se quedara cuando caía el sol.
Un día, simplemente se fueron. Dejaron los muebles, la radio antigua y hasta una caja de fotos sobre el comedor.

Hoy, la casa sigue ahí, entre muchas otras. Cerrada. Silenciosa. Algunos dicen que ya nadie quiere vivir en ella, aunque por fuera no tenga nada extraño. Y quienes caminan de noche por esa parte de Dos Norte, aseguran que a veces, cuando sopla el viento, se vuelve a escuchar el mismo golpeteo… pero no se ve a nadie sobre el techo.

💬 Marisa Saavedra
🕯️ Le pasó a la amiga de una vecina
📰 Una sección de El Diario de Curacaví
👂🏼 «Lo escuché por ahí… no sé si fue verdad, pero mejor tener cuidado».